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ultar interesante acercarse al pintor Lorenzo Macias recurriendo a una bonita referencia poética de su universo. En muchos de sus cuadros aparece retratada una mujer que mira de frente, como una de esas grandes cabezas de Picasso. La dama lleva un sombrero lleno de flores del que cuelgan graciosas unas cintas de colores. El ramillete de flores y las cintas enmarcan la cara de la joven con aire festivo. Este motivo pictórico tiene su origen en una fiesta popular de la bonita villa de Aldán, donde las jóvenes desfilan en procesión haciendo ofrenda floral tocadas de esa manera en la celebración del Corpus. Ese motivo encierra múltiples registros sobre los que interpretar la pintura de Macias y sirve como índice o resumen de todo su trabajo.


La figura femenina aparece reiteradamente como soporte para el discurso narrativo de su universo. Las mujeres como diosas, como bacantes, como amantes o amigas celebran conversación y a veces miran ingrávidas al auditorio.


Esa figura femenina con elementos propios de la antropología gallega recoge también otros aspectos relacionados con las vanguardias y los grandes maestros del siglo XX, lo que localiza este mundo pictográfico entre lo local y lo universal.


El modo en que la mujer aparece trazada con pulso rápido y cercano al boceto, la relaciona en los cuadros y dibujos con el instintivo gesto de Picasso, pero también quiere recordarme al pincel lleno de vida de los bocetos de Delacroix o a las vibrantes manchas de color de Rubens. Hay mucho de lo barroco en la forma excesiva de no trazar una línea sino múltiples rallas en la obra de Lorenzo Macias.


Al situar a la figura femenina en diferentes decorados, parece como si sus cintas la llevasen como en un sortilegio al estudio del artista, a la fiesta, a las calles de pequeños pueblos y en fin, a la ensoñación musical pues repetidamente ella se ve en compañía de músicos o danzando.


La música es la más abstracta de las artes, aquella cuya latencia sólo existe cuando se dispersa por el aire y sirve de magnífico pendant al figurativismo idealizado de lo pictográfico en la cara de la musa.


La música aparece representada en silente pictografía en casi todos los cuadros de Lorenzo Macias, la música de la danza de Matisse…la música del fauno de Picasso…la música de las casas de la vida.


Es la suya una producción donde la cita a los temas, cromatismos, composiciones de maestros del pasado o colegas del presente sirve de hilo temático. Una forma de pintar guiada por la memoria involuntaria y algunas afinidades electivas concretas.


Entre esas coincidencias del corazón del artista se encuentra sobre todo la tradición del exceso pictórico, las formas redondeadas y la opulencia compositiva del siglo XIX francés cuando se sitúa transitado por la tendencia orientalista del gran Delacroix. Para servir de contrapunto explicativo, la otra gran línea del arte decimonónico seminal, sería la del clasicismo y estilo neoclásico heredero de Poussin, con Ingres y David como máximos representantes.


Pues bien, muchos artistas del siglo XX se sitúan por concepto y por formas más cercanos a una tendencia (opulente) que a la otra forma (clasicista) en función del lenguaje por el que optan para cubrir sus lienzos. Sin duda Picasso pertenece a la opulencia. Balthus pertenece al clasicismo sencillo. Para comprender mejor la razón de imbricada relación que observamos en Lorenzo Macias con Picasso, con los fauves, se debe recurrir a este origen barroco de la forma a partir de la cultura recargada y rococó del siglo XVIII. Esa es también una de las fuentes donde bebe la modernidad y la contemporaneidad como en el caso de Lorenzo Macias.




Oscar Wilde, en su excelente diálogo sobre estética "La decadencia de la mentira" afirmaba: "La pura modernidad de la forma siempre es un poco vulgarizadora". Sin duda la propuesta de Macías resulta rotundamente elevada pues su transmodernidad formal está trufada de la tradición secular de la cultura gallega.


Román Padín Otero.-www.maciasarte.com



MÚSICA QUE HUBO DE CONVERTIRSE EN PINTURA*

David Chao Castro
Universidade de Santiago de Compostela


José Lorenzo Macías (Pontevedra, ) es uno de los pilares básicos de la figuración gallega contemporánea, y cuya proyección nacional e internacional está avalada por exposiciones en instituciones y galerías de diferentes ciudades españolas y portuguesas, además de Londres, Miami y, sobre todo, Nueva York. Sin embargo, Macías no tuvo prisa por entrar en los circuitos expositivos y comerciales, entendiendo la pintura como una dimensión más bien íntima y necesitada de un aval formativo y experimental que sólo era facilitado por los años... Por ello ante nosotros se encuentran muestras libertarias y personales de un quehacer, opciones vitales que exigen una detenida visualización y análisis en aras a su profundo contenido emocional y vital, y que por lo mismo no han claudicado a los prejuicios que tan a menudo orientan en otras manos caminos estéticos sin demasiado trasfondo.

Macías se nos presenta como un narrador plástico nato, como un contador de historias que tiene en el pasado su principal fuente temática. Reactualiza instantes imaginados que, al formar parte de la Historia, resultan próximos por conocidos. Y ello con independencia de que el artista quiera asimismo rendir homenaje a las grandes figuras de la pintura moderna y contemporánea, aunque más bien parece existir un deseo manifiesto por reinterpretar las obras maestras, versionándolas conforme a unos parámetros modernos y conciliadores entre tradición y modernidad. Así, si en Escola de arte la Familia de Carlos IV de Goya o las picasianas Señoritas de Aviñón son recreadas como mudas comparsas pictóricas de fondo, en otras ocasiones como sus Estudios das Meninas o en las Tres Gracias de su Homenaxe a Rubens opta ya por actualizar y personalizar de algún modo –y con el mayor pudor- unos iconos visuales convertidos en tales por la historiografía del arte. No obstante, sus paráfrasis pictóricas resultan absolutamente diferentes a las realizadas por Picasso sobre las meninas, o el Equipo Crónica o Francis Bacon por poner sólo algunos ejemplos , aun cuando el punto de partida analítico pueda resultar más o menos coincidente.

Retratos, desnudos, marinas o bodegones, además de escenas costumbristas a la manera temática de Sotomayor y otros pintores de fines del siglo XIX y comienzos del XX, conforman su especial galería de instantes atemporales, con figuras en las que se ha visto la influencia de la imaginería medieval románica junto a la más popular de los petos de ánimas ; así se explican quizás unos resabios escultóricos que se muestran preclaros en tal alarde figurativo, y que por lo mismo se apartan de otros préstamos aducidos en ocasiones, como Botero. Y si ya antes se aludió a la admiración por la artisticidad velazqueña, rubensiana, goyesca y picasiana, no menos importante se nos antoja el barroquismo holandés de Rembrandt o Vermeer y, sobre todo, los novedosos aportes postimpresionistas y vanguardistas de Cézanne y Matisse, apologéticos como nadie de la pintura por la pintura... como el propio Macías. Resulta chocante en la actualidad que un artista preste semejante atención al ser humano, que esté interesado por plasmar tipos diversos, y que al mismo tiempo, y como fruto de una observación más detenida, sea capaz de conferir a cada uno de ellos un sentimiento y una actitud que de inmediato transmita visos de veracidad. Este interés “humanístico” por encima de cualquier otro es el que explica que en cuadros como Artistas ambulantes el transporte en el que aparecen representados se desmaterialice en parte para permitirnos invadir la intimidad de los asientos.

No puede hablarse de Macías sin tener en cuenta la honda capacidad metafórica de sus cuadros, donde elementos tan diversos como recurrentes aportan lecturas renovadas de carácter simbólico. El mundo goyesco es aquí un referente más, como también lo son las amplias significaciones de los collages cubistas o incluso -por qué no- la tan cautivadora y plena emblemática renacentista y barroca: la omnipresente paloma que evoca la paz y la concordia entre las artes y gentes, que introduce ese componente positivista; también las demás aves – búhos- y pájaros de la buena suerte, en relación con el Xeve (Pontevedra) natal de su padre, conformando el paraíso bucólico que envuelve la sensualidad y pureza de su Eva desnuda. La mujer, como es habitual en la tradición del arte gallego contemporáneo, es objeto de un tratamiento preferente, y Macías se deja cautivar por esta nueva Dánae, al igual que por la amplia colección de las meninas velazqueñas o majas goyescas que han pasado a ser mujeres gallegas a través de sus pinceles. Pero es el mundo de las fiestas populares y las tradiciones, nuestra antropología cultural, lo que a menudo se yergue como protagonista y justificación de cada nueva plasmación pictórica, ya sea en su dimensión más lúdica como también en sus connotaciones más violentas, sin que nunca falte la sensación del apasionamiento.

En semejante reivindicación de la idiosincrasia galaica y del apego a la tierra, el recuerdo de un pasado donde las gentes estaban estrechamente vinculadas al ámbito rural y marinero se convierte en una constante. Es la época en que las gallinas y otros animales domésticos viajaban junto a sus dueños en el autobús de la Empresa Cartón, o que los gatos y perros tenían su innegable espacio libertario junto a las personas, en una relación de cierta igualdad que se correspondía con la compañía fiel y mutua. Bullicio de gentes, animales, objetos diversos que invocan historias y sensaciones... ¿cabe plantear un miedo implícito hacia la soledad y, sobre todo, hacia la ausencia de recuerdos y de la memoria cotidiana de un pueblo?. Es posible, teniendo en cuenta que en otras obras se constatan ya preocupaciones de índole más existencial, donde el paso del tiempo es asumido a partir del reflejo que adquiere en la representación del reloj o el calendario (Mesa de traballo).

Llegados a este punto, y teniendo en cuenta la importancia que Macías otorga a esa capacidad simbólica de la pintura, el nombre y el pensamiento de Leonardo da Vinci no puede dejar de aflorar, y máxime cuando en sus análisis sobre el parangón de las artes optara por considerar a la música como “hermana de la pintura”: nuestro pintor, en esta misma línea, es consciente de que tanto la música como la pintura actúan, en efecto, a través de la armonía y la proporción. No debe olvidarse que Macías se considera a sí mismo como un apasionado de la música, a la que no se dedicó, acarreando una cierta frustración que tiene su maravillosa válvula de escape en ese deseo irrefrenable por pintar la música en algunos de sus cuadros (Melodía no estudio, ¿Que pintar?) o en sugerirla como atmósfera inexcusable de buena parte de ellos (Escola de arte, Día feirado, Cabaret o Baile de fachas entre otros) como lógica invocación de sus queridas escenas festivas. Pero frente a Kandinsky, que se centraba en el trasfondo espiritual del sonido musical , Macías opta por otorgarle un papel relevante a la propia interpretación musical, al músico capaz de hacerse con el magnetismo de las notas (aspecto más intimista) y de colaborar con otros iguales (carácter festivo) para conformar momentos mágicos e inolvidables.

Figuras humanas, animales, elementos diversos... Macías es ante todo un pintor de escenas posibles, que gusta del relleno completo del espacio pictórico en un auténtico horror vacui. Es consciente de que semejante recurso potencia la transmisión de sugerencias, especialmente las que invocan la fiesta (Dia feirado), el baile (Baile de fachas), la diversión (Escuela de arte) o la alusión al mundo onírico (Os soños). Plenas también resultan sus naturalezas muertas y bodegones (Bodegón), aunque en este caso el cuadro no es tanto un fragmento de realidad más amplia –ya sea espacial o temporal- sino que, por la contra, el artista parte en esta ocasión de una presentación cuidadosamente planificada y, lo que resulta más interesante quizás, conformada por productos, combinaciones e incluso modos formales y estilísticos que inciden en la conformación del bodegón –o mejor naturaleza silenciosa , aplicando la terminología inglesa- típica gallega. Esto mismo lleva a plantear que, pese al aparente desorden que parece condicionar la disposición de los motivos figurativos de sus pinturas, nada más lejos de la realidad, por cuanto un segundo vistazo ya delata unas composiciones prediseñadas con una meticulosidad casi matemática; al fin y al cabo también la geometría está continuamente latente en unas morfologías que en absoluto reniegan de tal condicionante.

El cromatismo de Macías resulta envolvente, apabullante, en ocasiones diríase que incandescente por la fuerza de su tratamiento. Colores cálidos como el verde y el rojo se presentan en múltiples tonalidades y matices, si bien escogidas pinceladas de azules y aun blancos contribuyen a menudo con su relativizada frialdad a equilibrar cada cuadro, cada propuesta. Pero dentro de su particular concepción de las realidades que pinta, Macías escoge cuidadosamente la paleta, sabedor de su capacidad para transmitir sentimientos y emociones, aun cuando también deje cabida a un cierto azar . En todo caso, si es el jolgorio de los Artistas ambulantes el punto de atención, entonces los llameantes rojos -contrastados con los gruesos trazos negros del transporte- inducirán a remarcar el carácter lúdico de la escena, mientras que el sentido más comedido de las muchachas de Xogos requirió un cromatismo igualmente atemperado y de reflejos bucólicos.

Macías reconduce de esta manera los principios expresionistas que figuras como Roualt o Kooning llevaron hasta sus últimas consecuencias, y que en manos de nuestro pintor son personalizados y readaptados a una iconografía que resalta el ímpetu existencial gallego; no en vano se lo ha querido ver como el continuador de Os Renovadores, aunando tendencias diferentes. Sin embargo, lo cierto es que Macías no puede ser presentado como una consecuencia de Laxeiro, Maside, Colmeiro y Seoane, puesto que ha desarrollado un camino propio que tiene puntos de convergencia determinados por experiencias y sentimientos compartidos, pero cuyo recorrido es absolutamente personal y plagado de experiencias y matices únicos.

Entre los aspectos que más llaman la atención del espectador, y que verdaderamente cautiva miradas y sentimientos, es preciso referenciar la sofisticada técnica de difuminado empleada por Macías, haciendo que cada ventana abierta a la realidad resulte un filtro aterciopelado que separa aun menos si cabe nuestra realidad de la ficción pictórica, convergiendo en el ámbito de probables ensoñaciones. Y en ese deseo por contar historias e inmortalizar recuerdos no siempre vividos, tanto las figuras como los paisajes y los fondos en general reciben un meticuloso tratamiento vivificador: si el punto de partida está en los contornos bien delimitados, con líneas siempre curvas, su fuerza expresiva reside no obstante en los juegos de tonos y manchas de color no necesariamente complementarias. Es precisamente este último aspecto el que introduce la preocupación del pintor por la luz y la tridimensionalidad, si bien alejado totalmente de la inquietud verista de los maestros del Renacimiento para centrarse en su utilización tendenciosa en aras a la mayor proximidad al espectador.

En el caso de Macías quizás no interesa tanto el principio de evolución creativa en sentido estricto como sí su constante inquietud e idea de búsqueda, pues estos último es precisamente lo que hace que cada nueva pintura se ofrezca como un paso más en esa perenne investigación en torno a temáticas y aspectos formales distintos. Pero no es cambiar por cambiar, sino que cabe mejor pensar en un afán nunca satisfecho por transmitir nuevas inquietudes vitales, reflexiones y vivencias, por expresar con todos los recursos pictóricos el producto de la emoción. Y todo ello sin obviar que en cada pincelada el artista reivindica el principio plástico por encima de cualquier otro elemento o condicionante que vaya a tener sitio en sus cuadros, pues Macías sabe mejor que nadie que además de música sorda, la pintura también es poesía muda, haciéndose así eco de los clásicos. Subyace entonces ese talento entendido en Macías como algo más espiritual, libre de prejuicios y clichés , cuando el artista se mece en la estética musical y poética al tiempo que en la pictórica, y donde solamente deja cabida para las miradas optimistas:

“Soñé con pintar el color.
Soñé pintar el aire, el fuego, el agua, el sol, el mar, el tiempo,
Los sentimientos y el pensamiento.
Pero nunca soñé con un mundo de guerras, de destrucción,
de envidias, de mentiras, de crispación, de descalificación
y traición.
Por eso he creado mi mundo de ensoñación,
Donde el color es el lenguaje de la imaginación, donde intento
Transmitir esa ilusión, para recuperar la inocencia perdida”.

Macías.
.
MACIAS PINTOR GALEGO

Decíame un profesor de literatura en Buenos Aires que hoxe a un escritor non se lle pide orixinalidade, pois todos os camiños están andados, todos os procedementos experimentados, e que os temas ou situacións pasaron todos polo cribo. O que se lle pide hoxe por enriba de calquera outra consideración é autenticidade. Teño cavilado nesta sentencia, neste razonamento ó longo de moitos anos e en diversas circunstancias, e acabo sempre dándolle a razón.

O mesmo pode aplicarse a outras artes. Ser auténtico é ser veraz, certo, verdadeiro, xenuíno, en contra do falso ou falsificado, ou do arremedo ocasional, do snobismo esterilizador..

A autenticidade é o que en primeiro lugar define a pintura de Xose Lorenzo Macías. A súa obra é coma un espello no que todos os galegos nos recoñecemos. Calquera pode dicir: “se eu pintase, pintaría así”, ou “se eu quixese mostrar a miña xente, na súa imaxe visible e no seu íntimo acontecer, mostrarías deste xeito”. (Claro que unha cousa é querelo e outra poder facelo). Porque a arte que non conmove (un poema, unha melodia, un cadro), que non convence a primeira vista, non é autentica.

Se a arte é a capacidade humana para crear beleza, esa beleza debe de producir en nós, os que contemplamos determinada creación artística, unha especial emoción, un intenso estado de animo que nos impresiona e nos instala nun lúcido asombro.

Tal é a pintura de Macías: auténtica. Auténtica por si mesma e auténtica como galega. Pintura galega nas cores, nos temas, nos xestos dos seus personaxes. Aí están as vendedoras das prazas, as pescantinas, o espectáculo das feiras (un tema do que gostaba moito Carlos Maside). Vemos maternidades, figuras de muller que expresan diferentes clases sociais. Vemos festas, romarías, bodegóns, e vemos marinas, temas diversos da beiramar, como corresponde a un veciño da ría pontevedresa. Vemos as xentes dos amañeceres e dos solpores. Vemos os festexos do entroido. Vemos familias, xantares, bailes, tabernas. O noso artista gosta dos grupos, das persoas armoniosamente unidas. Hai mitos, lendas, oficios,...

Toda a obra de Macías é incuestionablemente galega. Nas súas figuras humanas hai por veces inxenuidade, tenrura, reflexión. E tamén humor, ese sentido do humor caviloso, que se expresa no sorriso, nunca na gargallada (segundo a definición de Celestino Fernández de la Vega). Os xestos, a maneira de camiñar, de sentarse, de ollar, son nosos. Comprobables. En fin, auténticos. Tamén se definen nas cores dos mobles e outros obxectos que aparecen nas casas e nos bodegóns. E en calquera lugar de Galicia, na beiramar ou no interior, podemos atoparnos con mulleres e nenos coma estes.

Debemos felicitarnos todos por contar neste país cun creador da talla de Macías, interprete cabal do noso ser e do noso existir e actuar. Un sensible notario con moito oficio e moita imaxinación, do noso xeito de ser, que o mesmo se reflicte na expesión alegre que na melancolía, nos nenos, nos núos de muller, na música e na danza. Toda unha síntese do noso. En suma, un auténtico pintor galego.

Xosé Neira Vilas
Gres, agosto de 2007

macias pintor plastico español pontevedres gallego



Jose Lorenzo Macías
CURRICULUM ESCUETO

1979 Obra seleccionada en la V Bienal Nacional de
Arte de Pontevedra. (Diputación de
Pontevedra)

1993 Primera exposición en la Caja de Ahorros de
Pontevedra. (Pontevedra)

1994 Sala da Vinci. (Sanxenxo).
Ateneo Corredoira. Combarro. (Pontevedra).

1995 Exposición Colectiva Homenaje a Sevillano.
Instituto de Carril en Vilagarcía de Arousa.
(Pontevedra).
Casa de Galicia. Xunta de Galicia (Madrid).

1996 Museo Manuel Torres de Marín. (Pontevedra)
Excma. Diputación Provincial de Pontevedra.
(Pontevedra)

1997 Sala Almirante. (Lugo).
Galería Ipanema Park de Oporto. (Portugal).
Encuentros con la música. Círculo de las Artes. (Lugo).
Sala de Exposiciones de Caixa Vigo. (Pontevedra).
Galería Loios de Oporto. (Portugal).
Sala de Exposiciones del Hostal de los Reyes Católicos. (Santiago de
Compostela

1998 Galería Exclusive. Lisboa. (Portugal).
Galería Rafael. (Valladolid).
Sala de Exposiciones del Hostal de los Reyes Católicos. (Santiago de
Compostela)
Exposición Colectiva de Artistas Galegos de Nadal. Galería Obelisco.
(La Coruña)

1999 The Embassy Gallery of International Art. Coral Florida. (EE.UU.)
Galería Taull. (Barcelona).
Colectiva. Galería Art Sarriá. (Barcelona).
Museum of Art Lakeland. Florida. (EE.UU.)
Exposición Colectiva Casa Galicia. Xunta de Galicia. (Madrid).

2000 Exposición Itinerante. Xunta de Galicia. (A Coruña, Lugo, Ourense y
Pontevedra
World FineArt. Broadway. Nueva York. (EE.UU.)
Exhibición “SHOWCASE 2000”. Flecher Fine Arts Gallery. Woodstock.
Nueva York. (EE.UU.).
Blackheath Gallery. Londres. (Reino Unido).
Colectiva. Galería Agora. Soho. Nueva York. (EE.UU.)

2001 galería de arte Rafael. (Valladolid).
Exposición permanente Hotel La Toja. La Toja. Pontevedra.
Ecmo. Ayto. de Mondariz-Balneario. (Pontevedra).
Sala de Exposiciones de la Diputación de Ourense. (Ourense).
Galería de Arte Altea. (Madrid).
Exposición Colectiva de Nadal. galería de arte Trisquel e Medulio.
Tuy. (Pontevedra).

2002 galería de arte Trisquel e Medulio. Tuy. (Pontevedra).
Exposición colectiva sobre “Las Meninas”. galería de arte Alameda.
Vigo. (Pontevedra).
Salas del Alcázar de los Condestables. Museo Histórico “Las
Merindades”. Medina de Pomar.(Burgos).
Autor del Cartel de Presentación de las Fiestas Mayores de La
Peregrina de la ciudad de Pontevedra.
Caja Rural de Burgos. (Burgos).
Exposición colectiva en la Sala Rafael. “MAESTROS DEL DIBUJO”.
(Valladolid)
Sala de Exposiciones del Hostal de los Reyes Católicos(Santiago
Compostela).
Sala Murillo. (Oviedo).

2003 Galería Paz Feliz. (Madrid).
Seleccionadas dos obras para el Omma Center of Comptemporary Art.
(Grecia).
Sala Dua2. Vigo. (Pontevedra).
Casa de Galicia. (Madrid).
Sala de Exposiciones del Hostal de los Reyes Católicos. (Santiago de
Compostela).
Sala Rivas Briones. Villagarcia de Arosa. (Pontevedra).

2005 Sala Murillo. (Oviedo).
Autor del cartel “FESTA DO COCIDO”.Lalin. (Pontevedra).
Galería Paz Feliz. (Madrid).
Sala de Arte Coarte. (A Coruña).
Casa de la Parra. (Santiago de Compostela).

2006 Galeria 4spais d´Art. (Lleida).
Artt Nocturne Knocke. (Bélgica)
Galería Paz Feliz. (Madrid).

2007 Sala Geraldes da Silva. Oporto. (Portugal).
Exposición en la Feria de Arte de Sevilla. (Sevilla).
Aporta una obra a los Encuentros Cultulares entre Galcia y Barcelona.
Sala Dua2. Vigo. (Pontevedra).
Galeria Coarte (A Coruña)
Galeria Panijel, Rua Beauborg (Paris)
III Mostra internacional mercato d´arte comteporaneo Agrigento(Sicila)







Estudio.- Rua A Oliva, 6-Galerias-
Pontevedra-36001
609336306




 

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